y la predicación. El consejero, fuera de la iglesia, no tiene oportunidad de moldear una congregación en un cuerpo armonioso, afectuoso, en el cual sus aconsejados pueden ser asimilados, y del cual pueden recibir ayuda muy importante. Y quizá, lo más importante de todo, todos los procesos de disciplina, que son de la máxima significación en el aconsejar escritural, no están a disposición del consejero cristiano que opera fuera de la iglesia. Por tanto, este consejero opta por tener a disposición
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